La gratitud es un hábito que Dios mismo desea que desarrollemos.
“Sean agradecidos en toda circunstancia, pues esta es la voluntad de Dios para ustedes, los que pertenecen a Cristo Jesús.”
(1 Tesalonicenses 5:18, NTV)
• La persona agradecida vive más feliz.
Una persona agradecida estará muy lejos de ser dominada por la amargura o la depresión. Me gusta mucho como el rey David se habla así mismo y se ordena no olvidar las bondades de Dios para su vida.
“Que todo lo que soy alabe al Señor; con todo el corazón alabaré su santo nombre. Que todo lo que soy alabe al Señor; que nunca olvide todas las cosas buenas que hace por mí.”
(Salmo 103:1–2, NTV)
Cuando constantemente recuerdo lo bueno que ha sido Dios conmigo mi corazón se llena de agradecimiento y alabanza. Y como dice aquel antiguo corito “No puede estar triste un corazón que alaba a Cristo”.
Vivir con acciones de gracias me ayuda a ver las cosas desde la perspectiva de Dios.
“Y den gracias por todo a Dios el Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.”
(Efesios 5:20, NTV)
Algunas veces he escuchado decir que debemos dar gracias a Dios en todo pero no por todo, y aunque hay un pasaje bíblico que nos invita a dar gracias en todo. En este pasaje de Efesios se nos invita específicamente a agradecer a Dios POR todo. Yo estoy convencido de que esta actitud de agradecimiento solamente puede nacer de un corazón que confía plenamente en Dios y que sabe que los planes de Dios son los mejores aunque en el momento nos causen dolor y sufrimiento. Esto último, dolor y sufrimiento son dos cosas que por medio del Espíritu Santo nos ayudan a ser más como Jesús, y a poco a poco ir entendiendo mejor su perspectiva.
Es mejor dar gracias que vivir quejándome.
“No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho. Así experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender. La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús.”
(Filipenses 4:6–7, NTV)
No cabe duda que una persona agradecida y que practica la oración vive más tranquila que la que no agradece y escoge estar quejándose.
Un corazón agradecido siempre dice: “Tengo más de lo que merezco”; un corazón mal agradecido dice: “Yo merezco más de lo que tengo”.