La fe ve lo que los ojos no ven
Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
(Hebreos 11:1)
Fe es mirar más allá de lo que vemos en el ámbito natural. Mientras que los ojos humanos ven limitaciones, crisis e imposibilidades, la fe contempla promesas, caminos abiertos y el obrar de Dios. No se basa en evidencias, sino en la fidelidad del Señor.
Cuando Abraham subió al monte para sacrificar a Isaac, sus ojos vieron la leña, el fuego y la ausencia del cordero. Pero su fe vio a Jehová-Jireh, el Dios que provee. Moisés, frente al Mar Rojo, vio aguas impenetrables y un ejército a su retaguardia. Sin embargo, por fe, vio cómo el mar se abría antes de que su vara siquiera tocara las aguas.
Esta es la fe que necesitamos hoy. Una fe que no depende de diagnósticos médicos, saldos bancarios ni noticias de prensa. Una fe cimentada en la Palabra de Dios, que da existencia a lo inexistente como si ya existiera.
La fe no niega la realidad, sino que la vence. Nos permite caminar sobre las aguas, descansar en medio de la tormenta y alabar en el valle de sombra de muerte. Porque donde el ojo natural ve el fin, la fe ve un nuevo comienzo.
Que nuestros corazones se llenen de esta fe viva, ardiente e inquebrantable. Que, incluso cuando todo parezca perdido, declaremos con valentía: "¡Yo sé a quién he creído!". Porque los cielos se mueven para quienes se atreven a creer.
